México, Centroamérica—exceptuando Panamá—y Chile celebran su independencia en septiembre. Hay que recordar que eran colonias españolas desde la conquista, y que sus luchas independentistas desde principios del siglo 18 derivaron de un proceso iniciado el siglo anterior con la independencia de Estados Unidos de Gran Bretaña en 1776, que concluyó mucho después, con la creación de los estados nacionales modernos que conocemos ahora.

Mientras los imperios europeos—España, Portugal, Gran Bretaña y otros menores—iban perdiendo colonias y hegemonía, Estados Unidos surgía como una fuerza económica y militar nueva que pronto los sustituiría, aunque no siempre conquistando y colonizando, sino invadiendo, expandiéndose, anexando y comprando, primero, y luego imponiendo su fuerza y dominio sin necesidad de poseer territorios, hasta convertirse en el país más poderoso del planeta. 

Estados Unidos consolidó su dominio en el siglo 20, al ganar dos guerras mundiales y luego lidiando con el bloque socialista ruso, conocido como Unión Soviética, que dominaba territorios y países de Europa oriental, Asia occidental y otros territorios, y que fue desmantelada tras la caída del Muro de Berlín, perdiendo la competencia armamentista y económica llamada “Guerra Fría” con Estados Unidos, quedando así como primera y única potencia mundial; a pesar de China comunista como potencia paralela, pero menor, a la Unión Soviética, y su reciente e increíble crecimiento económico que, aunque a la baja, continúa.

Con influencia de nuevas ideas de las Revoluciones Francesa y Norteamericana, diversos personajes criollos en las Américas pugnaron por liberarse del yugo español. Las luchas se extendieron de 1808 a 1825, mientras España se debilitaba como monarquía, envuelta en las guerras napoleónicas, la abdicación del rey Fernando VII y el caos subsecuente.

México inició su guerra de independencia en 1810, con el grito libertario del cura Miguel Hidalgo en el pueblo de Dolores, consumándola hasta 1821. Esta nueva, inexperta y caótica nación se extendía al norte hasta los actuales Texas, Nuevo México, Utah, Nevada, California y partes de Arizona, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma; y al sur toda Centroamérica, menos Panamá, que era parte de Colombia.

Así que la tradicional celebración de su independencia del 16 de septiembre de 1810 y la ceremonia-fiesta del grito del 15 en la noche que disfrutan todos los mexicanos, aplicaría a todos estos estados estadunidenses y países centroamericanos actuales, pues ese es el inicio de la lucha que los liberó del dominio español. Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica celebran ahora su independencia el 15 de septiembre, fecha de la consumación de esa misma independencia en 1821.

La independencia del 4 de julio nunca ocurrió en los estados norteamericanos antes mencionados ni tuvo nada que ver con ellos, sino con las 13 colonias originales que se liberaron de Gran Bretaña. Tampoco con otros territorios de Estados Unidos que no eran parte de esas trece colonias, que al expandirse hacia el oeste, ampliaron sus fronteras siete veces. Pero la historia de cómo se ha conformado este país permite ciertas arbitrariedades; así que lugares como Hawái o Alaska celebran el 4 de julio sin grandes problemas históricos locales, aunque habría que preguntarles a los nativos.

Es interesante ver que los inmigrantes y descendientes de mexicanos en estados que fueron parte del México independiente, poco festejan la independencia, aunque sí la reconocida fiesta del 5 de Mayo. Casi no hay celebraciones populares en Estados Unidos que recuerden la independencia de México y/o Centroamérica, y pocos en California, Texas o Arizona, por ejemplo, recuerdan que alguna vez fueron colonias españolas o parte de México.

Esto, a pesar de la abrumadora cantidad de nombres en español de ciudades, pueblos, lugares y puntos geográficos, o de restos de misiones u otros edificios establecidos y habitados por quienes seguramente poco supieron de las originales 13 colonias norteamericanas, no hablaban inglés ni practicaban el protestantismo.

En cambio, el recuerdo de esas independencias viene del lado oficial, con la declaración—hace 43 años- del “Mes de la Hispanidad” entre el 15 septiembre y el 15 de octubre. Conocido también como “del orgullo hispano,” pretende reconocer los valores y herencia del mayor grupo de inmigrantes en Estados Unidos; aunque llamarlo “hispano” contradice un poco el espíritu independentista de esos países, que lucharon contra los hispanos; es decir, los españoles de España.

También hay celebraciones formales en embajadas y consulados de México y los países centroamericanos y de Chile en Estados Unidos, pero en los que prácticamente no incluyen a inmigrantes venidos de sus países, sino a autoridades locales y personajes importantes reconocidos aquí o en sus naciones. No se trata de celebraciones populares como las ocurridas en sus países, sino algo más bien oficial y burocrático.

Así que, en septiembre, feliz día de la independencia a México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Chile y, por si acaso, feliz media independencia a California, Nevada, Arizona, Nuevo México, Utah, Colorado, Wyoming, Kansas, Oklahoma y Texas (aunque luego se independizó de México antes de anexarse a Estados Unidos).