Las fiestas de quince años para jovencitas son una costumbre que se arraiga cada vez más y con mayor majestuosidad en este país entre los inmigrantes latinos y sus descendientes, siguiendo una tradición familiar en sus países. Su origen es incierto, pues mientras muchos prefieren creer que es una costumbre prehispánica mexicana, otros piensan que llegó con las familias ricas de Europa. Como siempre, aquí son los mexicanos quienes más la celebran y se enorgullecen de “su tradición”, pues superan en número a los demás que también la celebran.
La tradición parece marcar el paso de la niñez a la adolescencia y a la adultez, pues es entonces que una mujer empieza a menstruar y está lista para ser madre y esposa. La celebración original mezcla ese rito de pubertad femenino con creencias tradicionales católicas. Incluye un vestido especial—casi como novia—una gran fiesta que empieza con una misa especial, seguida por una gran comilona y la presentación de la chica en sociedad bailando un vals. La acompaña su chambelán de honor y un séquito de damas y chambelanes, de preferencia catorce o quince, más sus padres, padrinos, familiares e invitados.
Al consultar en internet el origen de esta fiesta, la información no sólo es incompleta sino repetitiva. Los sitios disponibles se copian diciendo que la fiesta de quince años o “quinceañera” era una costumbre prehispánica azteca, del año 500 antes de Cristo, y que fue retomada por los frailes en la cristianización de los indios, al igual que otras costumbres indígenas que mezclan con fiestas religiosas católicas, en lo que se conoce como sincretismo.
Esta explicación es inexacta, pues los aztecas empezaron a existir como grupo al fundar su capital Tenochtitlán (en la actual ciudad de México) hasta el año 1325, y su imperio se extendió después y concluyó con la conquista española y la caída de su ciudad en 1521. No hay ningún dato sobre tradiciones aztecas o de anteriores culturas en Mesoamérica con alguna celebración de iniciación para las jóvenes a los quince años, aunque se cree que los mayas u otros grupos sacrificaban niñas y doncellas a los dioses. Tampoco existen reminiscencias de esas costumbres entre los grupos indígenas actuales.
Lo que ha existido en Europa, primero entre la nobleza, y luego entre grupos burgueses ricos al desarrollarse el capitalismo y surgir las clases medias, es la presentación de las hijas jóvenes para casarlas con príncipes u hombres destacados socialmente. La información de este tipo de fiestas en Latinoamérica surge hasta principios del siglo pasado entre grupos sociales ricos, con aires europeos y luego gringos, pues no cualquiera podía pagar una fiesta tan suntuosa en una época en que las mujeres estaban destinadas a ser sólo esposas y madres. Había ya fiestas “de debutantes” entre chicas ricas de 18 años y mayores.
Sin embargo, con la industrialización y desarrollo de las ciudades, la costumbre se extendió a las crecientes clases medias urbanas y a grupos sociales menores, hasta llegar a arraigarse en suburbios pobres y regiones rurales e indígenas, donde le fueron agregando o quitando partes. Entre los inmigrantes latinos clasemedieros aquí ya se reportan fiestas de quince años en los años 30. Mientras más se popularizaban las fiestas de quince años entre los grupos sociales bajos, más perdían credibilidad entre los altos y medios. Para los años 70 y 80, las fiestas de quince años ya eran una costumbre decadente y pretexto para algunos excesos juveniles, y muchas chicas “ricas y refinadas” veían la celebración como vulgar y optaban cada vez más por aprovechar mejor el dinero de la fiesta en un viaje al extranjero, o simplemente ahorrarlo con una celebración más discreta y sin rituales.
La presión social de las fiestas de quince años se transfirió así a los grupos sociales emergentes, que la adoptaron como propia y le dieron el carácter que tiene ahora. Entre los inmigrantes ha destacado mucho en las últimas décadas, tanto porque su presencia se multiplicó, como porque aquí pueden comprar lo que allá no podían. El resultado es una comercialización de los diversos utensilios y parafernalia para la misa y la fiesta, junto con personas que diseñan la celebración y enseñan a la festejada y sus damas y chambelanes a bailar el vals en armonía.
Como muchas otras expresiones de la cultura popular mexicana o latinoamericana, son los inmigrantes en Estados Unidos, gracias a su entusiasmo nacionalista y a su nuevo poder adquisitivo, los que rescatan, retoman y reinventan en muchos casos, quitando o agregando, tradiciones o costumbres que de otro modo se hubieran perdido o evolucionado en otras direcciones. Como ejemplo de esto tenemos la música, la cocina y muchas expresiones religiosas, en especial las de sus pueblos rurales de origen.
A las fiestas de quince años, por ejemplo, les cambiaron el nombre a “quinceañeras”, cuando este término se refiere a la chica que cumple esa edad, o agregado costumbres de aquí, como alquilar una limusina.
Victor Reyes is a Sonoma-based translator, language teacher and writer and a native of Puebla, Mexico with decades-old ties to West Marin. An English language translation of this column is available at ptreyeslight.com.