La historia de los últimos meses ha dado un vuelco espectacular e inesperado con la elección de Donald Trump como presidente, su discurso frívolo y autoritario y su antimexicanismo. México siempre ha estado a merced del gigante del norte, al que se ha opuesto con retórica, pero al que sirve en la práctica. Con la firma del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN, o NAFTA) en 1994, México entró no solo al mundo de la globalización comercial, sino a una creciente dependencia con Estados Unidos.

Los gobiernos conservadores de Fox y Calderón, del Partido Acción Nacional (PAN), tras la primera derrota electoral del gobierno autoritario y corrupto del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 2000, consolidaron esa dependencia. Hoy, 82.7 por ciento de las exportaciones mexicanas no petroleras van a EU, país con la mayor inversión extranjera directa en México. La revisión de NAFTA planeada por Trump, sería una catástrofe económica para México; aunque también afectaría empleos y comercio en EU.

Pero la dependencia abarca otros aspectos. Ambos países se han beneficiado de un acuerdo no escrito. Por décadas, la migración de mano de obra barata mexicana legal e ilegal ha ayudado a desarrollar la economía de amplias regiones de EU y, a cambio, los migrantes envían miles de millones de dólares a sus familias (hoy, unos 25 mil anuales), apoyando la economía en su país, aunque el dinero que invierten y gastan aquí es ¡20 veces mayor!  Ya se puede ver lo que causaría la deportación de unos 5 o 6 millones de ellos y su repatriación a México, donde los empleos escasean y los salarios son muy bajos. Además, los mexicanos ricos (no migrantes) tienen depositados unos 100 mil millones de dólares en bancos norteamericanos.

Otro factor de dependencia económica, también informal y por miles de millones de dólares, es la del tráfico y trasiego de drogas ilícitas de México a EU y, a la inversa, el tráfico ilegal de armas que nutre la violenta guerra entre los carteles de las drogas y contra la fuerzas armadas del gobierno mexicano. Trump no podrá parar esto con el muro fronterizo si no atiende también el excesivo consumo de drogas en EU, el mayor del mundo. Por otro lado, México depende del creciente turismo de EU, que aumenta 20% cada año y gasta unos $12 mil millones, un 58% del total. En tanto, el turismo mexicano a EU representa unos 20 mil millones de dólares anuales.

A diferencia de lo que pregona Trump, Estados Unidos no sufre con esta interdependencia ni pierde en su relación con casi ningún país o región el mundo. De hecho es un estado imperial que casi siempre impone su voluntad, por las buenas o por las malas, debido a su poderío económico y militar, a pesar de ser un país ejemplo de democracia en la historia moderna. Lo que se vive dentro del país no necesariamente se replica en sus relaciones internacionales. Aunque la civilización actual lo limita cada vez más, Estados Unidos tiende a imponer, dominar, invadir, declarar guerras, decidir quién gobierna y quién no, a menudo furtivamente, mientras que sus ciudadanos poco saben de esto ni se enteran de la abusiva política exterior y comercial de su país, pues a fin de cuentas los beneficia.

Muchos de estos ciudadanos crédulos y cándidos votaron por Trump y lo apoyan, confiando en sus dichos exagerados, prepotentes, populistas, parciales y con frecuencia mentirosos. Les ha vendido la falacia de que países como México compiten en igualdad de circunstancias con Estados Unidos y se aprovechan de su generosidad, por lo que antepondrá primero al país sobre todo y todos los que han abusado de su buena disposición, sean países o grupos comerciales, religiosos, de refugiados o migrantes, para que así “vuelva a ser grande,” ignorando que hay circunstancias y momentos históricos diversos.  

Este discurso sesgado que oculta la verdad completa y/o la distorsiona atrae a mucha gente que quiere que su país siga siendo el más grande, sin darse cuenta que en realidad se ha comportado históricamente como un bulling imperial y que, como tal, puede decaer y perder su poderío, pero no por un vecino débil como México, sino por sus propias circunstancias. Estados Unidos ya no es líder en educación y la riqueza exagerada se acumula en muy pocas manos mientras crecen pobreza e ignorancia.

El comercialismo y consumo excesivo de bienes que destruyen la naturaleza, a la par de la proliferación de ideas y entretenimiento banales, con alta tecnología que exige mayor consumo y uniforma y robotiza a la población, ha dado como resultado que un millonario anti político narcisista, abusivo, tramposo y manipulador haya sido elegido presidente del país más poderoso del planeta, pero ya no el más educado ni democrático, que ni siquiera puede proveer a sus habitantes con los beneficios sociales más básicos de cualquier país civilizado, pues hasta eso está a la venta. Un imperio otrora poderoso que ahora va en decadencia.

 

Victor Reyes is a writer, translator and native of Puebla, Mexico. An English translation of this column will appear in an upcoming edition.