Acabo de iniciar una nueva serie de clases de español y, como siempre, explico a quienes se atreven a escuchar mis enseñanzas que una de las mayores diferencias entre nuestras lenguas—inglés y español—estriba en los diferentes sonidos, simples y combinados, que existen entre una y otra, para su correcta articulación y pronunciación.

Los sonidos netos—o fonemas—en español son 23 en Latinoamérica y 24 en España; mientras que en inglés hay 57… o más, pues es posible cambiar la fonética de una palabra, dependiendo del acento regional del hablante. Ambos idiomas, sin embargo, utilizan para su expresión escrita el mismo alfabeto, aunque—irónicamente—el inglés con menos letras.

Pero como el inglés no es lengua romance y tomó este alfabeto del francés—que sí lo es—su complejidad fonética hace necesario combinar las letras para obtener sonidos, omitirlos o cambiarlos; cosa inadmisible en español, donde a cada letra corresponde un solo sonido, eliminando la posibilidad de dobles letras o combinarlas para omitir u obtener sonidos distintos. Así, es más fácil escribir y pronunciar español que inglés.

Lo que muchos anglohablantes perciben como melódico del español, proviene de los cinco sonidos básicos de cada una de las vocales del alfabeto: únicos, inconfundibles y nunca cambiantes. Estos sonidos indispensables se repiten en cada palabra de la lengua de Cervantes y en cada una de sus partes (o sílabas). Las consonantes sólo se mezclan y entrelazan con las vocales, que con esa fuerza y prioridad son la base fonética del melodioso castellano.

El inglés, en cambio, si bien utiliza vocales en todas sus palabras, no sólo les da dos o más sonidos a cada una o un sonido a dos de ellas combinadas entre sí o con consonantes, sino que puede dar igual fuerza fonética a éstas últimas, mezclándolas y haciendo que tengan sonido propio e independiente en una palabra; cosa imposible en español, que requiere de las vocales para que las consonantes puedan funcionar en cada sílaba.

Por ejemplo, palabras similares que en inglés empiezan mezclando las consonantes “sp,” como special y Spanish, o “nt,” como consonant o important, en español requieren de una vocal inicial o final para que estas consonantes obtengan un sonido claro en cada sílaba de las palabras, como “es-pe-cial,” “es-pa-ñol,” “con-so-nan-te” e “im-por-tan-te” en este caso. 

Esta breve y confusa explicación ayuda a entender un poco la diferencia entre quienes hablando inglés quieren aprender y pronunciar correctamente español y viceversa. Un anglohablante puede aprender con relativa facilidad la pronunciación y los sonidos del español, pues su inglés ya los contiene casi todos; mientras que un hispanohablante tiene que aprender muchos sonidos nuevos—y difíciles—para hablar y pronunciar el inglés. Su acento al hablarlo estará marcado por esos cinco sonidos vocálicos de su español.

A esto hay que agregar los factores socioculturales del aprendiz, como su origen, edad, nivel educativo, etcétera. Un inmigrante mexicano o centroamericano que deja su tierra por pobreza, falta de oportunidades y educación formal, seguramente enfrentará mayores retos que un gringo educado y mejor informado; aunque ambos tengan que lidiar con el largo estudio de otra lengua, ser consistentes y practicar al infinito. 

Otro detalle importante al embarcarnos al aprendizaje de una segunda lengua son las cualidades innatas que tenemos para aprender y desarrollarnos en cualquier campo. Así, unos son mejores para movimientos físicos, otros en cuestiones mentales o lógicas, mientras algunos resultan más habilidosos en manualidades o cosas rítmicas y musicales, entre otras características personales. 

Al aprender una lengua necesitamos habilidades que, aunque naturales en los humanos al nacer y desarrollarse, como adultos pueden resultarnos más o menos complicadas, como distinguir sonidos y reproducirlos para dar significados específicos y distintos. En la teoría y la práctica, los estudiantes de otra lengua enfrentan dificultades para entender y distinguir nuevos sonidos y emitirlos, además de los diferentes códigos y sutilezas gramaticales que a menudo difieren de las de su propio idioma.

Junto con la dificultad para hablar y entender inglés, muchos inmigrantes también encaran la enorme desinformación que tiene sobre el funcionamiento de la vida social, cultural e institucional de este país. Desde las normas y requisitos para trabajar y transportarse por calles y autopistas, hasta el sentido común, las costumbres, las leyes y todo el sistema político, judicial, educativo y comercial, por mencionar lo más evidente. 

Los aprendices de español, por su parte, tienen que saber que si quieren comunicarse de verdad con estos inmigrantes y entenderse mutuamente, no basta sólo con dominar el español, festejar el Cinco de Mayo, el Día de los Muertos y comer tacos y enchiladas con salsa; tienen que entender también las razones que los trajeron, su lugar de procedencia, costumbres y hábitos sociales, religiosos y comunitarios; así como sus diversas limitaciones para entender el sistema dominante y el idioma de este país. Entonces estaremos hablando de verdad.

 

Victor Reyes is a translator, teacher, writer and native of Puebla, Mexico. An English language version of this column will appear in an upcoming edition.