Un viaje rápido, casi sin turismo, para tratar asuntos de familia y la posible compra de un terreno. Pero resulta inevitable hablar con la gente, palpar parte de sus emociones y sentires sobre el país y el mundo, la economía, la política, el día a día, la violencia y la criminalidad, la pobreza y la injusticia, la corrupción y la impunidad, la inmigración y el turismo; además de la siempre turbulenta burocracia y la incertidumbre cuando surge algún problema con servicios como electricidad, gas, agua, teléfono, internet, basura, etcétera.

Al mismo tiempo, el país avanza a la par del mundo. Hay expresiones artísticas y tecnológicas diversas y enriquecedoras, avances y retrocesos progresistas y conservadores, publicaciones de todo tipo en papel, en línea y redes sociales, opiniones y editoriales en prensa, radio y televisión, y mucha gente interesada en tener perros. Sí, perros, en un cambio de actitud derivada, al parecer, del inusitado éxito por varios años de un mexicano en Estados Unidos, que ha enseñado a la gente en televisión cómo tratar a sus perros. César Millán es este mexicano que al volverse celebridad canina en USA, se volvió orgullo nacional en México. Nunca vi a tantos mexicanos caminando con sus perros, junto con el boom en ventas de alimentos, collares, correas y servicios veterinarios.

Al visitar el terreno que podría comprar en un pueblo otrora pintoresco, rural y alejado de la gran ciudad, pero ahora a punto de ser devorado por ésta, constaté nuevamente que con la posibilidad de un desarrollo inmobiliario, aún de manera informal, es común eliminar cualquier vestigio de naturaleza original, para privilegiar el “progreso urbano.” Limpian los terrenos a vender de arbustos y árboles, dejando páramos semidesiertos y polvorientos. No lo entiendo. Habría preferido un terreno con al menos un par de arbolitos. Me dijeron que cuando tome posesión de la propiedad, yo seré quien siembre plantas y árboles de mi preferencia.

Los servicios son a veces también algo contradictorio. Se puede tener internet, teléfono y televisión con una misma compañía, como aquí; pero en cuanto surge algún problema, incluidos errores del proveedor, las cosas se pueden complicar. Hacer que se reconociera un error en la factura que llevó al corte del triple servicio tomó casi tres semanas y varias llamadas y visitas a la oficina de esa compañía. Otro caso tuvo que ver con una falla en el servicio de internet y la falta de seriedad de la compañía, que por teléfono afirmaba que sus técnicos visitaron al cliente y resuelto el problema, cuando en realidad no lo habían hecho. Finalmente llegaron y lo arreglaron, pero nunca se supo el motivo de la confusión.

Hay quienes gozan de un uso amplio de Netflix y Amazón Prime, pero no a través de la compra del servicio con un dispositivo como Roku o Apple, sino con un proveedor pirata que hace alguna conexión sin permiso de esos corporativos. Se paga menos por ver más y gana alguien que se roba la señal y la vende clandestinamente. La piratería tecnológica es amplia y extensa. Normalmente se tienen aplicaciones y programas de computación copiados sin permiso de sus productores. Lo mismo ocurre con música, libros, ropa, videos y muchos productos más. La ironía es que sin ese robo y venta a precios muy bajos, mucha gente no tendría acceso a tales bienes.

Una de mis hermanas se jubiló en octubre pasado. Sólo tenía que presentar algunos papeles en la oficina correspondiente y empezar a cobrar su pensión. Calculaba que, aún con retrasos, empezaría el año nuevo viviendo como jubilada. Sin embargo, cada vez que iba a esa oficina (y fue innumerables ocasiones), la sorprendían con un nuevo requisito o falta de algún papel inesperado. Incluso le rechazaron su acta de nacimiento, pues resultó que su copia certificada del original no era lo suficientemente legible en una parte. Sólo por eso le hicieron dar mil vueltas, hasta que al final alguien aceptó el hecho de que esa falla estaba en el acta de nacimiento original, no era culpa de mi hermana, y autorizaron el acta así. Sin embargo le cobraron mil pesos extra por ello, equivalentes a unos 50 dólares, cuando el salario mínimo mexicano es de unos 8 dólares diarios. Parece que pronto va a empezar a recibir el su pensión, casi siete meses después de jubilarse.

Todavía se vive la euforia causada por la elección de Andrés Manuel López Obrador como presidente y los cambios prometidos. Su discurso, aunque a veces contradictorio, hace que goce de una popularidad envidiable: casi 80 por ciento. A casi cinco meses de iniciada su gestión, empieza a enfrentar situaciones que muestran que esos cambios no son de tan fácil ejecución. Las cosas no cambian sólo porque alguien diga que van a cambiar. A pesar de su gran control mediático y del Congreso, sus críticos no le perdonan casi nada, en especial los intelectuales con espacios en prensa, radio y televisión. Ojalá sea capaz de hacer los cambios que todavía promete, antes que la gente se impaciente. 

 

Victor Reyes is a translator, teacher and native of Puebla, Mexico with decades-long ties to the Light. An English translation will appear in an upcoming edition.