El conocido magnate y empresario Donald Trump, al lanzarse una vez más como potencial candidato presidencial por el partido Republicano, declaró que habría que detener a violadores, traficantes de drogas y delincuentes llegados del sur de la frontera, construyendo una enorme barda a lo largo de ella y pagada por México. Dijo que los inmigrantes mexicanos les roban los empleos a los norteamericanos y que su gobierno los envía intencionalmente con tales propósitos. 

La reacción contra sus dichos fue inmediata, enérgica y diversa. Desde políticos en México y otros países, hasta gente común aquí y allá, pasando por conocidos personajes del espectáculo, periodismo y empresa. Univisión, la cadena televisiva hispana más grande de Estados Unidos, canceló su contrato con Trump para transmitir el certamen Miss USA Pageant el 12 de julio y todo lo relacionado con la organización Miss Universo, de la cual es dueño. Y, tras dudarlo mucho, igual hizo la mexicana Televisa, la mayor de habla hispana del mundo.

Aunque algunos argumentan que Trump menciona hechos comprobados de criminales y traficantes que en efecto llegan aquí, insultar así a unos 35 millones de mexicanos y sus descendientes metiéndolos a todos en el mismo costal, es un despropósito e irresponsabilidad enorme, más viniendo de alguien tan conocido que pretende ser líder del país más rico del mundo y se precia de representar el éxito económico y social que se puede lograr aquí.

Pero, ¿por qué se le ocurrirían a Trump tales declaraciones de odio, claramente racistas y discriminatorias contra un grupo que crece en importancia numérica y política justo cuando resurge en el país el fantasma discriminatorio contra los afroamericanos? Hay quienes opinan que no midió sus palabras y sólo quería llamar la atención para competir con gente aún más radical y conservadora como Ted Cruz, sabiendo que no tiene la menor posibilidad, ya no de ganar la presidencia, sino de ser considerado un prospecto serio a la candidatura presidencial republicana.

Más que político, Trump es un empresario del espectáculo. Dueño de casinos, hoteles y edificios, sus negocios incluyen concursos de belleza, siempre tan exitosos, y un reality show televisivo llamado The Apprentice, donde se exhibe como hombre de negocios audaz y exitoso, juzgando sin piedad a aprendices de millonario compitiendo por trabajar con él por 250 mil dólares al año. Ahora, tras sus comentarios, la cadena NBC (dueña de Telemundo, la segunda cadena hispana del país) que tenía ese programa desde 2004, se distanció del magnate, anunciando que tampoco transmitirá los certámenes de belleza, tras una petición que recolectó 200 mil firmas para ello.

Pero, ¿de verdad creerá Trump en lo que afirma sobre los inmigrantes mexicanos y latinos en pleno siglo 21? En sus empresas, edificios y casinos de Nueva York, Florida, Georgia, Illinois, Nevada y más, debe trabajar un enorme número de ellos, por lo que no es seguro que piense así de tanta gente de la depende tanto y que lo ha ayudado a hacerse y mantenerse millonario. Un hombre tan exitoso no puede ser tan idiota ni estar tan mal aconsejado como político, se dice.

Pues si vemos lo que ocurre en ciudades y regiones del país donde se han asentado muchos de estos inmigrantes, estudios y estadísticas serios contradicen sus dichos. No mencionan ningún aumento delincuencial; mas bien prosperidad económica y paz social, gracias en buena medida a la mano de obra disponible, barata y dedicada de esos migrantes y a su talante pacífico. La mayoría son gente de bien, muy dedicada a su familia y a su casa, religiosa, gustosa de sus logros y orgullosa de tener lo que posiblemente nunca tuvieron ni tendrían en su país de origen, aunque aquí esté por debajo de los estándares.

Como tantos otros grupos de inmigrantes aquí y en el mundo buscan primordialmente una mejor vida para ellos y sus hijos. Y eso se puede rastrear a través de la historia, llegando incluso a los inmigrantes alemanes que hace unos 150 años llegaron, se quedaron y progresaron en este país, y de los cuales desciende este mismo señor Trump. Es posible que se haya olvidado de sus ancestros.

Lo que quizá no midió fue la reacción que se ha desencadenado en su contra a través de las redes sociales. Circula ya una cantidad importante de mensajes, desde los bien pensados y contundentes de editores y opinadores profesionales e intelectuales destacados, hasta burlas y chistes contra su persona, buenos y malos, o simples insultos inconexos y reaccionarios, no muy inteligentes, como ocurre a menudo en mensajes de YouTube, Facebook, etcétera. 

Ahora va a pasar a la historia ya no como el ejemplo de hombre exitoso y progresista que parecía ser, sino como un radical conservador promotor del odio sin sentido y poco pensante. Lo que nadie con medio gramo de inteligencia querría como modelo para este país, otrora ejemplo de las mejores causas de igualdad y democracia. ¡Qué vergüenza, Mr. Trump! 

 

Victor Reyes is a translator, teacher, writer and native of Puebla, Mexico. An English language version of this column will appear in an upcoming edition.