El condado de Marin adoptó una ordenanza de emergencia el martes que facilitará la creación de viviendas temporales para las personas sin hogar y las que viven en viviendas no aptas para la habitación humana.

La Junta de Supervisores votó 4-0 para aprobar la medida, impulsada en parte por las propiedades en West Marin que marcaron en rojo recientemente y el inminente desplazamiento de trabajadores agrícolas y otras familias de ranchos y lecherías que cerraron en la costa nacional de Point Reyes.

«Tenemos personas que viven en condiciones inferiores que están poniendo su seguridad en peligro», dijo Sarah Jones, directora de la Agencia de Desarrollo Comunitario del Condado de Marin. «Sin una mejor vivienda disponible, la opción es que se queden o sean completamente desplazados».

La medida de emergencia, que permanecerá vigente durante tres años, adopta un código de construcción alternativo que permite a las casas móviles y pequeñas viviendas en ruedas que actualmente están prohibidas porque faltan bases permanentes. Solo se aplica a áreas del condado que no son incorporadas.

«Este es un paso que el condado puede tomar para proporcionar un liderazgo innovador y proactivo para reducir y eliminar las regulaciones que dificultan agregar viviendas temporales de emergencia», dijo Gary Naja-Riese, director de la División de Atención Coordinada y la Falta de Vivienda del condado. «Esto realmente se trata de agregar nuevas herramientas a nuestra caja de herramientas».

La votación ocurrió después de que dos docenas de personas hablaron a favor de la medida, incluido un gran contingente de West Marin que dijo que la necesidad de nuevas viviendas era urgente. Llamaron a la ordenanza como un primer paso importante, pero enfatizaron la necesidad de vivienda permanente.

Entre los oradores se encontraba Enrique Hernandez, una de varias personas que vive en el rancho Martinelli que el condado declaró que las viviendas ahí no son aptas para ser habitado por humanos el año pasado.

«Les vengo a decir que es bueno el paso, pero no es suficiente en mi situación», dijo. «Es como darles un hielo a ustedes y decirles lleva ese hielo al refrigerador, aver si llega. Queremos algo más justo».

Gabriel Romo, quien ha vivido en la orilla del mar toda su vida, dijo a la junta que el cierre de ranchos y lecherías tendría consecuencias de gran alcance, además de desplazar a hasta 90 personas, incluyendo trabajadores agrícolas y otros que trabajan en el pueblo.

«Nuestras escuelas locales se verán afectadas ya que los estudiantes serán trasladados a otros distritos», dijo. «La mayoría de la fuerza laboral de West Marin se verá obligada a mudarse, muy posiblemente a otro condado, creando una gran brecha cultural y racial y promoviendo la disparidad de riqueza y desigualdad existente en nuestra comunidad».

El condado aún no ha asignado dinero para viviendas temporales y ni han identificado lugares donde podrían ser colocado. Pero se está coordinando con organizaciones sin fines de lucro y fundaciones locales para identificar opciones. El otoño pasado, la Asociación de Fideicomisos de Tierras Comunitarias de West Marin recibió una subvención de $150.000 de la Fundación Comunitaria de Marin para estudiar posibles ubicaciones para viviendas provisionales. Y el fondo de West Marin está reclutando propietarios de segundas residencias dispuestos a ofrecer vivienda temporal a las familias desplazadas.

Christina Gomez-Mira, directora médica de los Centros de Salud Comunitarios de Point Reyes y Bolinas, dijo que las familias amenazadas con la pérdida de la vivienda pueden sufrir traumas emocionales duraderos, además de dolencias físicas por vivir en condiciones deplorables. Ella ve a estudiantes que no saben si tendrán un lugar para vivir en los próximos meses.

«Sabemos que estas experiencias negativas las afectan a medida que llegan ser adultos», dijo, enumerando resultados como la diabetes, la ansiedad y la depresión. «¿Cómo podemos mitigar estos impactos si no hay opciones de vivienda? Una ordenanza como esta es un comienzo para proporcionar la seguridad que necesitamos para la salud de nuestra comunidad y las familias que son esenciales para West Marin».

 

Marin adopts rules to ease shelter crisis

Marin County adopted an emergency ordinance on Tuesday that will make it easier to create temporary shelter for unhoused people and those living in dwellings unfit for human habitation.

The Board of Supervisors voted 4-0 to approve the measure, spurred in part by recent red-tagging of West Marin properties and the imminent displacement of farmworkers and other families from ranches and dairies closing in the Point Reyes National Seashore. 

“We have people living in subpar conditions that are compromising their safety,” said Sarah Jones, director the Marin County Community Development Agency. “Without better housing available, the choice is for them to stay put or be entirely displaced.”

The emergency measure, which will remain in effect for three years, adopts an alternative building code that allows R.V.s and tiny homes on wheels that are currently prohibited because they lack permanent foundations. It only applies to unincorporated areas of the county.

“This is a step that the county can take to provide innovative and proactive leadership to reduce and remove regulations that make it hard to add temporary emergency shelter,” said Gary Naja-Riese, director of the county’s Homelessness and Coordinated Care Division. “This is really about adding new tools to our toolbox.”

The vote came after two dozen people spoke in favor of the measure, including a large contingent from West Marin who said the need for new housing was urgent. They called the ordinance an important first step but stressed the need for permanent housing.

Among the speakers was Enrique Hernandez, one of several people who live in housing on the Martinelli ranch that the county declared unfit for human habitation last year. 

“I’m here to say to you that this is a good step, but it’s not enough for someone in my situation,” he said. “It’s like giving us a piece of ice and saying take that ice to the refrigerator and see if it gets there. We want something more just.”

Gabriel Romo, who has lived in the seashore all his life, told the board that the closure of ranches and dairies would have wide-ranging consequences in addition to displacing up to 90 people, including farmworkers and others who work in town.

“Our local schools will be affected as students will be pulled to other districts,” he said. “Most of the workforce of West Marin will be forced to move, quite possibly to another county, creating a greater cultural and racial divide and furthering the existing wealth disparity and inequality in our community.”

The county has not yet allocated money for temporary housing or identified locations where it could be placed. But it is coordinating with local nonprofits and foundations to identify options. The Community Land Trust Association of West Marin received a $150,000 grant from the Marin Community Foundation last fall to study potential locations for interim housing. And the West Marin Fund is recruiting owners of second homes  willing to offer temporary housing to displaced families.

Christina Gomez-Mira, medical director of the Point Reyes and Bolinas Community Health Centers, said families threatened with the loss of housing can suffer lasting emotional trauma in addition to physical ailments from living in deplorable conditions. She sees school students who don’t know whether they will have a place to live in the next few months. 

“We know that these negative experiences affect them as they grow into adults,” she said, listing outcomes such as diabetes, anxiety and depression. “How can we mitigate these impacts if there are no housing options? An ordinance like this is a start to providing the security that we need for the health of our community and the families that are essential to West Marin.”