Por Rhea Sue, traducido por George Alfaro

En la Fundación Comunitaria de Marin, recientemente completamos nuestro primer proceso de planificación estratégica. Ese proceso entrego muchas de las cosas que esperaba y una cosa que no. Nuestro propósito. La razón por la que existimos. Y ese propósito comienza y termina con la comunidad. Construirla, reconocer el poder que hay en ella y luego movilizarla.

Creo fundamentalmente que la comunidad no es una sola cosa, sino todo. Es donde ocurre el dolor y donde comienza la curación. Es donde la defensa de los derechos en el nivel más local cambia las cosas en el nivel más tangible, y donde estas acciones dan como resultado el fomento del liderazgo y de los líderes. Es donde los sueños de oportunidad se nutren o se destruyen. La capacidad de las comunidades no solo de funcionar, sino de florecer, es fundamental para el sueño de la democracia, de la oportunidad y de la libertad.

Por eso me pareció particularmente oportuno que la semana pasada, cuando asistí a un evento en el Dance Palace en Point Reyes Station, me sentí muy atraído por este propósito. El evento se organizó para anunciar la publicación de un importante informe titulado “Creciendo Juntos: Promoviendo Soluciones de Vivienda para Trabajadores en West Marin,” ante una audiencia de miembros comprometidos de la comunidad. El informe es la culminación de más de un año de investigación exhaustiva realizada en la comunidad.

El resultado ofrece un relato profundo y doloroso de las condiciones de vida inhumanas que padecen muchos trabajadores de West Marin—en particular, los trabajadores agrícolas—y sus familias. Moho, goteras, alimañas, falta de cañerías, olores desagradables y agua potable sucia son algunas de esas condiciones. Junto con el hacinamiento generalizado y los alquileres por las nubes. Muchas estructuras de vivienda están en tan mal estado que se consideran no aptas para la ocupación humana y ahora están incluidas en el recuento de personas sin hogar del condado.

Al escuchar estas historias de los propios trabajadores, la sala se enfrentó a muchas emociones y me hizo reflexionar nuevamente sobre el concepto de comunidad. Somos uno de los condados más ricos, saludables y con mayor nivel educativo de California. Probablemente de todo el país. Y deberíamos celebrarlo. Pero también somos uno de los más segregados. Deberíamos tomarnos un momento para analizarlo.

¿Cómo es posible que esta crisis de vivienda—y es una crisis—esté ocurriendo en nuestro condado? ¿Por qué permitimos que esto les pase a nuestros vecinos, a las personas que trabajan incansablemente para crear una gran cantidad de frutas y verduras locales y que hacen West Marin un lugar tan especial? ¿Cómo podemos celebrar algo si hay gente en nuestra comunidad que sufre?

Me niego a creer que no nos importe. Este condado es generoso y progresista. Por eso tengo que creer que se debe a uno de dos factores: no sabemos lo que está sucediendo o no sabemos cómo empezar a solucionarlo.

Lo bueno del informe sobre la vivienda es que aborda ambos factores. Visite wmhousingsolutions.org y léalo. Escuche las historias de cientos de trabajadores de West Marin. Es poderoso e innegable.

A continuación, lea los pasos concretos que nos llevan hacia un futuro mejor para todos. Hay muchas cosas que el condado, los propietarios de ranchos, las asociaciones de aldeas, los grupos sin fines de lucro y los residentes pueden emprender, entre ellas: desarrollar soluciones de vivienda interino para quienes corren mayor riesgo de desalojo o desplazamiento y/o viven en viviendas deficientes; apoyar al condado en la elaboración de reformas de políticas y procesos que permitan rehabilitar y construir más viviendas de una manera más rentable y oportuna; apoyar proyectos piloto innovadores, como un programa de alquiler a residentes locales que aliente a los propietarios a proporcionar viviendas de alquiler a trabajadores locales u oportunidades de propiedad cooperativa de viviendas; e invertir en la capacidad de la comunidad latina para defender sus derechos y su bienestar.

Aquí es donde entra en juego la comunidad, porque ninguno de estos pasos es fácil. Todos exigen la atención y la acción de quienes tenemos la suerte de llamar a este condado nuestro hogar para permitir que todos se sientan igualmente afortunados. Sin duda, estamos comprometidos a asumirlo, al igual que el condado y otras organizaciones sin fines de lucro de la comunidad. Pero necesitamos más dinero. Necesitamos más gente. Necesitamos más corazones y mentes.

Dado que muchas de estas acciones llevan tiempo, ¿qué podemos hacer ahora mismo? Para aquellos de ustedes que leen esto y viven en Marin, o que aman Marin, para aquellos que quieren vivir en un condado y en una comunidad que se preocupa por nuestros vecinos y chequean, consulten algunas medidas de acción en wmhousingsolutions.org. Estas incluyen asistir a las próximas audiencias de la Comisión de Planificación del Condado de Marin y la Junta de Supervisores para apoyar la vivienda asequible y asistir a una reunión comunitaria local para discutir el estudio. Estas reuniones se realizarán en Point Reyes Station y Bolinas.

También puede donar al Fondo de Acción para la Vivienda del Fondo West Marin. La nueva visión de M.C.F. dice lo siguiente: Un mundo donde cada elección comienza con nosotros; donde cada acción sustenta a todos; donde cada persona actúa ahora. Elegimos esas palabras porque creemos que podemos lograrlas. Marin puede ser el ejemplo más brillante y completo de una comunidad que se preocupa por sus vecinos. Todos sus vecinos. Y ahora es un gran momento para comenzar. Así que comencemos.

Rhea Suh es la presidenta y directora ejecutiva de la Fundación Comunitaria de Marin.

Unseen and unheard no more

By Rhea Suh

At Marin Community Foundation, we recently completed our first strategic planning process. That process delivered a lot of the things I expected, and one thing I didn’t. Our purpose. The reason we exist. And that purpose begins and ends with community. Building it, recognizing the power in it, and then mobilizing it.

I fundamentally believe community is not one thing; it’s everything. It’s where pain happens and where healing starts. It’s where advocacy at the most local level changes things on the most tangible level, and where these actions result in the nurturing of leadership and leaders. It’s where the dreams of opportunity are nurtured or crushed.

The ability for communities to not just function, but flourish, is critical to the dream of democracy, of opportunity and of freedom.

So it struck me as particularly apropos that last week, attending an event at the Dance Palace in Point Reyes Station, I was keenly brought back to this purpose. The event was put on to announce the release of a major report, titled “Growing Together: Advancing Housing Solutions for Workers in West Marin,” to an audience of committed community members. The report is the culmination of more than a year’s worth of in-depth research conducted in the community.

The result delivers a deep and often painful account of the inhumane living conditions that many West Marin workers—particularly agricultural workers—and their families endure. Mold and mildew, leaks, vermin, a lack of plumbing, unpleasant smells, and dirty drinking water are just some of those conditions. Along with widespread overcrowding and skyrocketing rents. Many housing structures are in such bad shape that they are deemed unfit for human occupancy and their occupants are now included in the county’s homelessness count.

Hearing these stories from the workers themselves had the room confronting a lot of emotions, and it had me again mulling the concept of community. We are one of the wealthiest, healthiest, best educated counties in California. Likely in the entire country. And we should celebrate that. But we are also one of the most segregated. We should take a moment to examine that.

How can this housing crisis—and it is a crisis—be taking place in our county? Why do we let this happen to our neighbors, to the folks who work tirelessly to create a bounty of local produce and who make West Marin such a special place? How can we celebrate anything if there are folks in our community who are suffering?

I refuse to believe we don’t care. This county is generous and progressive. So I have to believe it’s one of two factors: We don’t know it’s happening, or we don’t know how to begin solving it.

The beauty of the housing report is that it addresses both factors. Go to www.wmhousingsolutions.org and read it. Hear the stories of hundreds of West Marin workers. It’s powerful and undeniable.

Then read the concrete steps that move us toward a better future for us all. There are many things that the county, ranch owners, village associations, not-for-profit groups and residents can undertake, including:

  • Developing interim housing solutions for those who are most at risk of eviction or displacement and/or who are living in substandard housing.
  • Supporting the county in making policy and process reforms that will enable more housing to be rehabilitated and built in a more cost-effective and timely manner.
  • Supporting innovative pilot projects, such as a lease-to-locals program that encourages homeowners to provide rental housing to local workers or co-operative home ownership opportunities.
  • Investing in the capacity of the Latino community to advocate for their rights and well-being.

This is where community comes in, because none of these steps is easy. They all demand the attention and action of those of us who are fortunate to call this county home to allow everyone to feel equally as fortunate. M.C.F. is certainly committed to take it on, as are the county and other nonprofits in the community. But we need more money. We need more people. We need more hearts and minds.

Since many of these actions take time, what can we do right now? For those of you reading this who live in Marin, or who love Marin, for those who want to live in a county and in a community that cares for and checks in on our neighbors, check out some actionable steps at www.wmhousingsolutions.org. They include attending upcoming Marin County Planning Commission and Board of Supervisors hearings to advocate for affordable housing, and attending a local community gathering to discuss the study. These gatherings are coming to Point Reyes Station and Bolinas.

You can also donate to West Marin Fund’s Housing Action Fund.

M.C.F.’s new vision reads as follows: A world where every choice begins with we; where every action sustains all; where every person acts now. We chose those words because we believe we can achieve those words. Marin can be the brightest, fullest example of a community that cares for its neighbors. All of its neighbors. And right now is a great time to start. So let’s start.

Rhea Suh is the president and C.E.O. of Marin Community Foundation.